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Montar campamento la noche antes de que Apple abra una nueva tienda, vestirse sólo con Nike, disfrazar un auto con el traje de Red Bull. El lenguaje universal del amor, también incluye a las marcas. El consumismo ha generado instancias en las que la relación marca-consumidor alcanza puntos elevados de fanatismo.

Pero quizás ningún ejemplo se ponga a la altura de perpetuar el nombre de tu marca preferida en tu piel. En algunos casos, los más extremos, la fidelidad generada por una marca lleva a una persona a rendirle tributo, ofreciendo su propio cuerpo como pantalla voluntaria, recibiendo como retribución nada más que el orgullo de llevarla tatuada. Cada uno con su historia.

Pero en algunos casos, la práctica puede traer beneficios. Vamos a empezar mencionando la última moda del marketing nipón: utilizar el muslo de jóvenes mujeres para pegar stickers de una determinada marca. Pero empezamos por el final ya que no se trata de tatuajes, sino de calcos, y por eso deberíamos excluirlos del análisis. Sin embargo, la estrategia tiene precedentes más crudos y primitivos, pero igual de comerciales.

El dueño de la empresa Rapid Realty, establecida en New York, ofreció un aumento del 15% a todos los empleados que se tatuaran el logo de la empresa. Una gran parte del staff respondió, aunque seguramente más por el dinero que por amor. Sin embargo, la iniciativa no fue del jefe, sino de un empleado, quien se hizo el tatuaje por su propia voluntad y recibió el aumento sin esperarlo.

Más dramático es el caso de Billy Gibby, un joven boxeador amateur, natural de Alaska, que ante las dificultades económicas que afrontaba decidió tatuarse el logotipo de un casino online en la espada, a cambio de 10.000 dólares. Y como dicen, cuando te haces un tatuaje luego quieres más. Lo mismo pasa con el dinero. Ahora “Brandling Gibby” tiene más de 38 tatuajes de distintas marcas, 20 de ellos en su rostro, pero ninguna de las operaciones le aseguró tener hoy en día dinero para borrarse muchos que, incluso, ya han cesado su actividad.

El “skinvertising” se encuentra entre las nuevas alternativas del marketing, aunque carece aún de estudios que definan sus costos y beneficios. Mientras tanto, tatuarse un logotipo seguirá respondiendo al fanatismo del sujeto por la marca. Ahora bien, si te quieres tatuar el logo de tu marca preferida, debes tener en cuenta que algunos logos tiene un criterio más estético que otros. Es decir, un tatuaje es un adorno en tu piel, y seguramente desees que sea un adorno bonito. Además, si te vas a hacer un tatuaje porque ideológicamente te gusta la marca, debes estar dispuesto a llevar los valores de esa marca sobre tu piel. Incluso si un día descubres que la marca de ropa que te tatuaste explota niños en Bangladesh.

Hacerse un tatuaje es siempre una decisión difícil, pero, como vemos, tatuarse un logo es aún más complicado. Como consejo final, podemos aplicar el mismo que se le da a quien se va a hacer cualquier tatuaje: háztelo con un buen tatuador. Así como un mal logotipo es una cruz para cualquier marca, el intento frustrado de un tatuaje que parece ser el logo de Nike, puede tranquilamente encabezar la lista de pecados del Self-Marketing.