Williamsburg, Brooklyn Williamsburg, Brooklyn Williamsburg, Brooklyn Williamsburg, Brooklyn

Williamsburg, la “Capital Mundial Hipster”, es un barrio de Brooklyn, Nueva York, a tan sólo un viaje en metro de una Manhattan brillante y en un territorio muy diferente.

Si Nueva York es la capital mundial del arte, Manhattan es su epicentro. Aunque no siempre fue tan brillante. Fue el distrito abandonado del centro manufacturero de 1960 de Manhattan lo que atrajo a los artistas que buscaban espacio, luz y un alquiler barato. La estética e ideas punk y fluxus no se preocupaban por la limpieza, y entre la decadencia florecieron comunidades artísticas frescas. La “Nueva York cruda, oscura, peligrosa y sin blanca” la recuerda el compositor y artista Laurie Anderson como «emocionante… como el París de los años 20»; «no teníamos interés en el dinero y pensábamos que los que sí lo tenían eran idiotas.» Después llegaron otros, como Andy Warhol y The Factory. El éxito, sin embargo, provoca atractivo y Manhattan con el tiempo dejó de ser tan cruda y su alquiler subió.

Mientras tanto, las zonas de Brooklyn de 1980 poseían esas mismas cualidades maduras y atractivas para los artistas. El declive post-industrial dejó barrios como Williamsburg con un alto nivel delictivo y deficiencias sociales… pero las fábricas y los almacenes quedaron deliciosamente en ruinas. Aquí comenzaron a formarse comunidades creativas y artísticas. Williamsburg había sido un barrio pobre de clase obrera, el hogar de diferentes grupos étnicos, como italianos, puertorriqueños, dominicanos y judíos, y los nuevos tiempos trajeron una atmósfera vibrante. Después de los primeros “pioneros”, aquellos que buscaban una alternativa y un lugar barato donde vivir y trabajar en Nueva York, la población de Williamsburg aumentó hasta el punto de que ahora está habiendo mucha inversión y un inevitable aburguesamiento.

La piscina McCarren Park presenta un microcosmos de la gentrificación de la zona. En la década de 1980 era un lugar sombrío, una época en que “por el paseo marítimo era más probable encontrar un cadáver que un donut con sabor a hibisco”. Se cerró en 1984 para convertirse en agua de borrajas. Pero en los últimos años, se ha convertido en un lugar para espectáculos indie-rock, mercadillos y el Festival de Cine de Williamsburg. Este invierno va a ser reformado para convertirlo en una pista de patinaje sobre hielo.

La arquitectura de Williamsburg es igualmente ilustrativa de los cambios, ya que el paisaje industrial se reformó en espacios habitables y de trabajo. En particular, los planes para mejorar la icónica Domino Sugar Factory (en sus días de gloria suministraba azúcar a la mitad de los EE.UU.) y su sitio junto al río verdaderamente cambiará Williamsburg. Con la construcción de relucientes torres alrededor de la antigua fábrica y convirtiendo el edificio en ruinas en apartamentos que servirán a un grupo demográfico de mayor lujo, así como redefinir el perfil urbano. La calle Bedford tiene la mayor concentración de tiendas de segunda mano, joyería artesanal, cafeterías independientes, tiendas de discos y librerías. Abundan los locales de música y hay mucho con qué entretenerse fuera de la corriente principal. Existe actitud de bricolaje y el dueño de una cafetería así lo explicó: «en nuestra parte del barrio ves cómo se unen el viejo y el nuevo estilo. Todavía hay encanto y romanticismo; las cosas se hacen con amor.»

CB I Hate Perfume es una tienda (Wythe Ave.) que me llamó la atención. El dueño abrió con el fin de tratar el perfume como un medio artístico. Escribió un manifiesto, donde puede leerse “gente que huele como todo el mundo me repugna” / “el perfume es una señal de nuestro verdadero ser – un viaje diferente para los valientes que viajan”. Su tienda es una galería de aromas creados por él mismo y hay perfumes a medida esperando ser mezclados. Es una comunidad en evolución, pero en el factor común, el antimaterialismo y la generosidad hay un espíritu compartido de los movimientos de 1960 que dieron vida a Manhattan.

Williamsburg alardea de ser hipster. En las pancartas de los puestos Citibike en Manhattan se leían declaraciones mordaces como “Williamsburg está a sólo 12 minutos de distancia. Te echo una carrera hasta la tienda de camisas a cuadros, o puedes simplemente quedarte en casa y comprar en Etsy”. En los medios sociales se intensifica esta identidad; Yelp creó un mapa de calor siguiendo opiniones que utilizan la palabra “hipster” y Williamsburg. Estar en la cúspide entre la anaquía y la moda es lo que convierte Williamsburg en la “Capital Mundial Hipster”. Está claro que este estado transitorio debe disfrutarse.